(o cómo pasé de la Arquitortura al Teatro)
Nací en 1994 en Blanes, un pueblo de la costa mediterránea catalana que marcó para siempre mi debilidad por el mar.
Crecí, sin embargo, lejos de él, en las montañas del Montnegre, con la única compañía de mi imaginación, los juguetes que cabían en mi habitación y, a veces, mi hermano o mis vecinas. Mi mejor recuerdo creativo es el de pasear a mis muñecas en zapatillas descapotables.
La música me acompaña desde que llegué al vientre de mi madre, y se hizo lenguaje gracias a mi abuela y sus fantásticas lecciones de piano. Luego llegó internet, aprendí guitarra y empecé a componer mis propias canciones (de desamor, por supuesto).
Siempre se me dio bien estudiar. Mis padres soñaban con tener una casa, así que, en un intento de cumplir su sueño, empecé Arquitectura. Nunca lo logré. En medio de los ataques de ansiedad provocados por la Arquitortura Universitaria, me apunté a un curso de doblaje de canciones con Ingrid Morral en la ECAD. Allí descubrí que, más allá de subirme a una silla para hacer monólogos cómicos ante mi familia, lo que realmente me movía era interpretar, jugar y emocionar.
Ese mismo verano lo decidí: dejaría arquitectura y trabajaría sin descanso para pagarme los estudios de interpretación en Barcelona.
Logré entrar en la formación profesional de La Bobina, donde nació definitivamente mi faceta como actriz. Desde entonces no he dejado de formarme junto a profesionales como Mónica Portillo, Urko Olazabal, Sílvia Quer o Alejandra Jiménez-Gascón, entre muches otres.
Paralelamente empecé a trabajar en La Quarta Finestra, dando clases de teatro con una nueva finalidad: mejorar la salud y el bienestar de las personas. Descubrí otro mar en el que ser feliz, sentirme realizada y pagarme la vida adulta, evitando (a veces) la desesperación de los castings y los “no”.
(Aunque confieso que en el primero que hice me cogieron: Renfe, pasajero de tu tiempo. Luego ya vino la frustración).
Me encanta viajar, sobre todo para surfear en los lugares más recónditos del planeta (que cada vez son menos). Ahora vivo en Urduliz, un pequeño pueblo de Bizkaia donde he encontrado mi lugar, mi gente y mi espacio como creadora. Doy clases de teatro a pequeños y adultos, actúo con El viaje de Lilo y sigo entrenando y haciendo castings para dar lo mejor de mí en las historias que cuento.
¿Por qué quiero ser actriz? No lo sé exactamente. Solo sé que me nace de dentro, y si no me nace, no lo hago.
Además, tengo la suerte de que las cartas que me dio la vida me permiten jugar esta partida, así que voy con todo… hasta que se me acaben.
Si te apetece, podemos jugar juntxs la siguiente mano.